De los diferentes accesos por los que podemos llegar a esta cima nos faltaba por descubrir esta "vía", que asciende desde el norte de la sierra, desde el valle del Inglares. Por ello, aprovechando este otoño veraniego, nos decidimos a recorrer el itinerario que nos brindaba, descrito con su habitual detalle, ELOY CORRES en el itinerario " A Toloño por San Vicente y Los Loros" (GOAZEN MENDIRA 2, nº8).
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El Inglares en Berganzo |
Ya en Berganzo, y nada más cruzar el puente, un veterano berganzotarra nos indicó que el camino más directo para subir al Toloño era el que partía a nuestra izquierda. Pero ya teníamos decidido seguir el itinerario de Corres, que también el aitona daba por bueno -"ese es por el camino de Salinillas"-. Así que dejamos atrás la iglesia y su caserío y ascendimos por el barranco de San Vicente.
Pronto divisamos la salida del valle del Inglares, con Ocio y su castillo en primer plano.
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Barranco de San Vicente, en el valle, Berganzo |
El camino de Salinillas de Buradón, por el barranco de San Vicente, era claro y en continuo ascenso.
Trazando un amplio arco, nos situábamos frente a dicha villa, las Conchas de Haro y los montes Obarenes Orientales.
Y dejando atrás ese paisaje, había que poner rumbo al este, hacia los roquedos del Toloño, que se perfilaban desafiantes al contraluz, pero enmarcados en tupidos pinares que cubrían sus laderas. ¡Ojalá sean respetados por rayos y pirómanos!
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Roquedo de Toloño Oeste |
Pateando por caminos polvorientos y por
praderas agostadas, entramos en el reino de las monumentales rocas toloñesas, mucho más imponentes desde este acceso por el occidente.
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Toloño Oeste (1.254 m) |
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Peña Las Doce, popa del Toloño |
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Vigías alerta sobre Labastida y el pico de San Lorenzo
Tras tomar aire y disfrutar del paisaje, llegamos a la cumbre de Toloño Oeste (1.254 m), y continuamos por los altos admirando los ciclópeos caprichos de la naturaleza.
Desde el centro, como un gran paquidermo amodorrado, nos contempla la Peña del Castillo.
Y a la derecha, sobre el barranco, monta guardia un erguido vigilante, que hace la ronda de su fortaleza.
Y desde semejantes atalayas, ¿cómo no sentirse descubridor de mundos maravillosos...
... o buscador de tesoros enterrados bajo las ruinas del Monasterio de Ntra. Sra. de los Ángeles?
Al fin, cruzando los pastizales, coronamos el Toloño (1.272 m), la cumbre principal que está en la alineación rocosa oriental. Como otras muchas cimas, está "colonizada-chapeada" por numerosas inscripciones en recuerdo de montañeros amigos. ¿No les honraríamos mejor respetando en su integridad los parajes que amaron y compartieron con nosotros?
Al este se vislumbra la hilera de las demás cumbres de la Sierra de Kantabria-Toloño, otras tantas invitaciones a gozar de sus senderos, escaladas y horizontes.
Desde las rocas toloñesas retornamos a la hondonada entre las dos filas de peñas y seguimos el sendero que, hacia el norte y atravesando el hayedo, nos baja hasta las Campas de Ortada y la fuente de Zapiturri. Antes de incorporamos a la pista y enfilar hacia el oeste, en dirección a Salinillas, nos despedimos de la atormentada silueta del roquedo oriental de Toloño tan fácil de identificar desde la distancia.
Tras una media hora de marcha, en una curva, a la derecha nos sorprenden dos filas de pequeñas piedras que señalan una salida hacia la derecha. Es la desviación que hemos de tomar para seguir por el Barranco de los Loros (que los "toponimólogos" nos lo expliquen), entre carrascas y bojes, luego por el hayedo, una senda sin equívoco que nos baja al valle y a la pista que nos devuelve a Berganzo, justo al punto que el aitona nos había propuesto para emprender la ascensión más directa al macizo. ¡Cuánto saben estos veteranos!
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