Esta vez nos hemos ido a los bosques de IZKI, otro Parque Natural, que nos acoge con sus relieves de altura moderada, pero bien poblados de vegetación autóctona. De las 'entradas' a Izki hemos escogido la que nos lleva hasta Markinez y Arluzea, unos rincones tan bellos y mimados por sus habitantes como ignorados por la mayoría de quienes vivimos en entornos relativamente próximos.
- Para ver ampliados mapas o fotos 'cliquear' sobre la imagen que interese.
Ermita de San Juan - Markinez. Construida en 1226, "uno de los monumentos más hermosos del románico alavés" |
Portada de la ermita |
Peña del Castillo - Markinez. Uno de los monumentos-roca que jalonan el valle que va da Markinez a Arluzea |
En cuyas oquedades se refugiaban gentes prehistóricas. De allí descenderían a las orillas del río y se iniciaría el poblamiento de Markinez |
De ermita a ermita... en el altiplano que domina Markinez se eleva la de Ntra. Sra. de Beolarra |
A lo largo de los siglos ha ido acumulando rasgos románico-góticos, barrocos... Pero siempre venerada y restaurada por el cariño de Markinez y otros pueblos de la Montaña |
Desde esa atalaya descubrimos los montes altos de Izki, y hasta Kapildui (y su radar) |
2009: Aquel verano el fuego arrasó muchas hectáreas, y tuvo en vilo a los devotos de Beolarra, que la salvaron de la quema |
Ese era el paisaje... y los deseos |
Volviendo al presente, y aún rodeados de vestigios de lo quemado, hacia el este se despliega el "belén" de Arluzea |
Acercándonos al pueblo, una ganadería lustrosa nos contempla con su 'tópica' pachorra |
Si subiéramos a las laderas de enfrente, cerca de San Justi (1.028 m), aún nos admiraría más ese paisaje singular: una aldea en la que confluyen tres barrancos espectaculares. |
Hau da Arluzea! ¡Así es Arluzea! (y no pertenece a un cantón suizo) |
Galería porticada románica, al sur de la iglesia |
Salimos del pueblo rumbo oeste, tenemos que ir hacia el Barranco del Molino, y para ello rodear el altivo peñón de La Pica |
Avanzando por la hondonada, atravesamos el río/arroyo del Molino |
Ascendemos por el sendero más próximo al cauce, aunque la tupida vegetación apenas nos deja verlo |
Por las 'ventanas' entre bojes y arces aparece una rumosora corriente, adornada por las pinceladas granates desprendidas de las hayas |
¿Dónde estará esa cascada? ¡Ahí debe de ser! |
Con la elegancia de cola de caballo, el río se precipita sobre la gran colada de travertinos |
Abandonamos el barranco del Molino y ascendemos por otros excavados por aguas de temporada: borrando huellas de intervenciones humanas, la vegetación y los agentes atmosféricos imponen su ley |
Hasta un haya inmensa aparece desgajada como víctima de una hecatombe |
Sus tres monumentales brazos se han abierto como varillas de un abanico |
Otras imágenes de la vida que no cesa: El esqueleto del roble, erguido en su desnudez,... |
... y el cráneo de équido, con su pátina de líquenes |
Desde el borde del barranco contemplamos los bosques de Izki, con la pantalla del Castillo de Lapoblación (1.245 m) y de Peñalta (1.243 m) |
Comentarios